Artículo
Una Aproximación a la Problemática de las Pérdidas de Agua en Redes Urbanas
Año de publicación
2005
Congreso
Primera Jornada Administración-Universidad-Empresa: Realidades y retos de los servicios de agua urbanos
Lugar de celebración
Barcelona, España
Fecha
15 Noviembre
Resumen
Las redes de distribución de agua son complejos sistemas hidráulicos que, integrados por cientos de kilómetros de tuberías y miles de acometidas y de elementos de control (sobre todo válvulas), deben soportar presiones importantes. Por ello resulta inevitable que pierdan una parte del agua que transportan, un recurso escaso que, sobre todo en épocas de sequía, conviene conservar. Pero disponer de redes estancas no puede contemplarse, de modo exclusivo, desde la óptica de la cantidad si no también de la calidad. Porque si una conducción tiene una fisura por donde el agua escapa, siguiendo idéntico camino aunque en sentido inverso, el agua puede reingresar en la conducción (un problema conocido por intrusión patógena) cuando cualquier maniobra (controlada o no) provoque depresiones en la red. Y por esta segunda razón es por la que países, como Alemania o Suiza, que no saben lo que es una sequía, ponen tanto interés en disponer de redes estancas. De hecho posiblemente sean las que en Europa tienen mejores rendimientos. Las redes de distribución de agua presentan, en España y en el mundo, rendimientos muy variables. Y de entre los muchos factores que justifican tan amplia variabilidad, el más importante es el precio del agua. En efecto, si está muy subsidiada y el recibo no incluye la recuperación de todos los costes (incluida la amortización de las instalaciones) las redes tendrán rendimientos bajos por cuanto al gestor le resulta más rentable que el agua se pierda a tener que renovar la tubería. Y de ahí surge el concepto de nivel económico de fugas que manejan las agencias reguladoras. Sin duda que la entrada en vigor en el 2010 del artículo 9 la Directiva Marco del Agua, que exige la completa recuperación de costes, va a propiciar una mejora sustancial en el estado de las redes si, finalmente, las administraciones se deciden a aplicarlo correctamente. Las pérdidas de agua pueden ser reales (o físicas) y aparentes. Estas segundas se asocian al agua que llega al grifo del abonado pero que la compañía distribuidora es incapaz de registrar, generalmente por imprecisiones en el parque de contadores o, más ocasionalmente (al menos en países desarrollados), por fraude. En cuanto a las pérdidas reales o fugas, dependen del estado de la red, de la presión y del tiempo medio que transcurre desde que se produce la fuga hasta que se repara. Por ello las estrategias encaminadas a mejorar el estado de las redes apuntan en esas tres direcciones. La renovación y rehabilitación de tuberías (se estima en 50 años su vida media), la regulación de la presión y, en fin, el control activo de fugas (para su localización generalmente se utilizan métodos acústicos pero cada vez se instalan más sistemas SCADA que, monitorizando el estado del sistema, permiten detectar en tiempo real posibles anomalías) son las estrategias que se adoptan para mejorar la eficiencia de estos sistemas. La ponencia también discute la conveniencia de utilizar para valorar el estado de la red indicadores relativos (de entre los que destaca el índice de fugas estructural) en lugar de los convencionales rendimientos porcentuales. Y ello porque el cociente entre el volumen de agua registrado por el parque de contadores y el agua que ingresa en el sistema no es un indicador que represente con fiabilidad el estado de la red. Incluso en ocasiones puede resultar perverso. Por ello, para valorar el esfuerzo que una determinada compañía hace en mejorar el estado de sus sistemas, los reguladores utilizan indicadores alternativos. En el caso del OFWAT inglés, los litros de fugas por acometida y día. Se concluye esta aproximación a la problemática de las pérdidas de agua en redes urbanas con una reflexión acerca de las enormes inversiones que serán necesarias para, en un futuro muy próximo, actualizar unos sistemas con, en no pocas ocasiones, tuberías centenarias. Por ello es importante disponer de criterios claros para decidir cuales son las conducciones que antes convendrá renovar. Para establecerlos es imprescindible disponer del historial “clínico” de las conducciones que, por lo general, acostumbra a ligarse al SIG (Sistema de Información Geográfico) de la red.